Chaffados N. 3

En algún futuro muy lejano, en un pequeño arrecife de agua que está por debajo de los témpanos de hielo; se sumergía Remolacha, quien ahogaba su infortunio por ser una remolacha con sida.
En el moribundo y constante desvanecer de su tinte púrpura que recubría el recuerdo de aquel gallardo venado infeccioso, a quien le importó un "pepinillo" aquellas frescas hierbas virginales que consumiese en el fuego de una pasión frenesí.
Gota a gota, la memoria de Remolacha pasaba frente a sus ojos; inhóspitamente vislumbrando aquellos momentos jugosos en los que no se diferenciaba quien era el comensal. Por el lado de Venado, el éxtasis efímero en el que se encontraba, no permitía disfrutar plenamente de aquel bello acontecimiento que tanto significaba para Remolacha.
Al acercarse el 32 de maytubre, las pequeñas lagunas en la mente de Remolacha se tornaban cristalinas; episodios cortos y fugases en los que Venado tomaba una jeringa; su cara era azul y su cuerpo débil, lo que en cuestión de segundos terminaría en un pinchazo, que para Remolacha sería la fiel conducta de un drogadicto.
¡Qué pena! !Qué amarga realidad! las remolachas nunca han tenido buena memoria...
Si tan solo recordara las veces en que Venado maldecía su condición de diabetes o los trastornos que padecía luego de sumergirse en las mieles del amor, entendería que a parte del desconsuelo que deja este sentimiento; Remolacha era la verdura más tóxica que Venado habría podido probar.
En realidad no se trataba de sida lo que acongojaba a nuestra querida Remolacha, pues verdaderamente padecía de trastorno de personalidad múltiple. A veces creía ser portadora del virus y otras veces una zanahoria...
Y como dije antes: ¡Qué pena! qué amarga realidad les aguarda a estos desdichados amantes...
Aunque hay tiempo para desenredar este tramo.
Dicen las verdura de la zona, que al caer la puesta de sol, exactamente a las 18:00 horas, se ve a lo lejos del huerto a Remolacha y Venado, tratando de clarificar éste complicado más no imposible enredo.

                                                                       Foto. A. Ch.

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